Uno de los grandes problemas para los estudiantes son los exámenes, sobre todo cuando son los finales y muchos de ellos se juegan el curso entero. Todos hemos pasado por ese momento, por eso sabemos que la ansiedad en ocasiones puede ser demasiado intensa y apabullante, sobre todo si no estamos convencidos de que realmente vamos a superar cada una de las asignaturas que tenemos por delante.
¿Qué es la ansiedad ante los exámenes?
Como nos comenta nuestra psicóloga, la ansiedad ante los exámenes es un tipo de ansiedad de ejecución. Es la sensación que viene provocada por la inseguridad de afrontar algo realmente importante y no contar con la certeza de si el resultado será positivo o satisfactorio. Realmente esa sensación es provocada por la presión social que obliga a las personas a hacer las cosas bien a la primera.
La ansiedad se puede presentar de maneras diferentes, aunque para muchas personas uno de los principales síntomas es la sensación de que se forma un nudo en la garganta. No obstante, la ansiedad toma muchas formas y sus síntomas son muy variados en función de cada persona, por lo que también se puede presentar de otras maneras como: estómago revuelto, falta de apetito, dolor de tripa, tensión muscular que acaba con contracturas o incluso dolor de cabeza en diferentes intensidades. En el momento de realizar el examen, esa sensación también puede ir acompañada de temblor de pulso y sudor en las manos. Por supuesto, en los momentos previos a la realización del examen, normalmente el ritmo cardiaco se acelera por el miedo a que las cosas salgan mal. Si la tensión del momento es demasiado fuerte, en los casos más graves el alumno puede llegar a vomitar o incluso a desmayarse. Por suerte, esa sensación solo se produce en la minoría de alumnos.
Lo que está claro es que la ansiedad puede llevar a cometer al alumno errores que, de otra manera, nunca habría cometido. Algunas veces, la ansiedad puede bloquear al estudiante de tal forma que suspenda el examen, aunque realmente tenga los conocimientos necesarios muy bien aprendidos.
¿Qué provoca la ansiedad?
La ansiedad en época de exámenes es más común de lo que se suele pensar, sobre todo cuando son finales y hay una amplia acumulación de tests y trabajos.
Hay que dejar claro que es provocada por la reacción ante la anticipación de algo que es estresante para el alumno. Cuando una persona está sufriendo un alto nivel de estrés, el cuerpo lo que hace es liberar la adrenalina, una hormona que es lanzada por el cuerpo para reaccionar ante el peligro. De aquí que se sufran los síntomas mencionados anteriormente, ya que el cuerpo se está preparando para un peligro. Realmente esa reacción no es necesaria, porque el cuerpo no corre ningún peligro, pero es algo natural que nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia. Por ese motivo, hay que evitar los pensamientos negativos e intentar evadirse del momento para reducir esos nervios. Así iremos más concentrados al examen y, en consecuencia, será más sencillo superarlo. Al fin y al cabo, la ansiedad lo único que hace es ir en nuestra contra.
Cómo superar la ansiedad ante los exámenes de la universidad
El problema puede ir a más en la universidad, cuando la carga de trabajos y el número de exámenes es mayor. Eso puede crear un estrés elevado en muchas personas, recordando que muchas de ellas puede que no lleguen a controlarlo porque está por encima de sus posibilidades. Para evitar llegar a esos límites, lo mejor que podemos optar es optar por seguir los siguientes consejos:
- Usa el estrés a tu favor: puede parecer algo contradictorio, pero el estrés puede usarse a nuestro favor. Cuando notes una sensación de estrés alta, no te amedrentes, haz todo lo contrario. Para conseguirlo, elimina los miedos y úsalo para darte cuenta de que realmente es necesario estudiar más para poder superar la asignatura con facilidad. Es algo que está en nuestra cabeza. Si aprendemos a dominarlo puede sernos de gran ayuda a la hora de superar nuestras metas en la universidad como en la vida diaria.
- Solicita ayuda: un nivel medio de ansiedad puede sernos de ayuda, pero si el nivel se dispara, entonces es momento de pedir ayuda para controlar nuestros nervios. La ayuda de un psicólogo puede ser la mejor opción, sobre todo si eres de las personas que acuden al examen con toda la materia aprendida, pero cuando se ponen delante del papel se quedan en blanco. Si no puedes acudir a un profesional, también puedes pedir ayuda a tu familia, profesor o incluso tutor. Están para ayudarte y te darán una serie de claves que te serán de gran ayuda. El objetivo es evitar la memoria en blanco e impedir que suspendas por culpa de ella. Hay que aprender a tranquilizarse o los nervios nos jugarán malas pasadas.
- Prepara el examen: en muchas ocasiones la situación va ligada a que la persona es consciente de que no se ha preparado correctamente el examen y, en consecuencia, tiene un porcentaje elevado de suspender. Para evitar esa situación, comienza a prepararte la asignatura con antelación. Así te será más fácil tener los conocimientos necesarios y podrás acudir a la cita con confianza. Si aprendes a confiar en ti mismo y a prepararte las materias, será más difícil que los nervios te ataquen. Si acudes a la cita con la idea de que lo vas a hacer bien porque dominas todo, será mucho más fácil que te centres y superes la pruebe con mayor facilidad.
- Controla los pensamientos: tienes que entrenar a tus pensamientos y evitar que los negativos ganen la batalla a los positivos. Siempre tienes que pensar en cosas positivas. En ocasiones puede ser una buena idea distraerse un poco antes de realizar el examen. En caso del universitario, incluso puede ser interesante acudir con los amigos al bar una hora antes para hablar de otras cosas y olvidarse de lo que va a suceder. Por supuesto, siempre con los conocimientos necesarios para tener la certeza de que se va a hacer todo correctamente.
- Cuídate: tu salud es lo primero. No permitas que los nervios hagan que tu estado de salud corra peligro. Primero eres tú y luego el examen. Si no apruebas, ya tendrás otras ocasiones para hacerlo. Con la salud nunca debes jugar.